Una mala praxis provocó que Karla, de 34 años, expulsara casi seis litros de pus de su cuerpo, luego de realizársele un legrado en una clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social, ubicada en Pachuca, Hidalgo. La joven, además, quedó con secuelas que hasta la fecha la mantienen en un mal estado de salud.

Pese a las explicaciones que ha pedido a las autoridades de la clínica, nadie le ha respondido. No ha encontrado respuestas al por qué la violentaron estando desnuda en una cama de hospital, al por qué un médico le dijo que “por gorda” expulsaba pus del estómago, al por qué doce personas la trataron como la trataron desde aquel 8 de marzo pasado.

Violencia obstétrica en el IMSS, acusa

Primero definamos el término “violencia obstétrica”, misma que, por cierto, han experimentado millones de mujeres en nuestro país, incluida Karla. De acuerdo al Instituto Nacional de Salud Pública, la violencia obstétrica “se define como una forma específica de violencia ejercida por profesionales de la salud hacia las mujeres embarazadas, en labor de parto y el puerperio. Constituye una violación a los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres”.

El pasado 8 de marzo, Karla fue a consulta ya que estaba embarazada, de acuerdo a lo que cuenta a Milenio. “Ese día me dicen que era un embarazo anembrionario y que me tenían que realizar un legrado ese mismo día; me internaron desde las 8 de la mañana y me pasaron a quirófano hasta las seis de la tarde”, cuenta Karla. Denuncia que ese tiempo de espera no fue por saturación hospitalaria ni por situaciones de covid, sino porque estaban celebrando con tacos el Día de la Mujer, mientras ella sufría de dolor en un cuarto aledaño.

Luego de la operación y tras una presunta mala praxis, ella presentó intoxicación que fue minimizada por los médicos: “ellos sólo me decían que por qué estaba tan afligida, pero pues todo el proceso yo lo vi, nunca me cubrieron y ellos platicaban de viajes, de covid, nunca vi que me pusieran atención adecuada”.

‘Ay señora, es que igual está muy gorda’

Luego de ocho días de la operación, Karla tenía que acudir a que le quitaran los puntos. “No me los quitaban, mis puntos no presentaban infección, tengo hasta imágenes, y el dolor por dentro era muy fuerte. Yo siempre sentía mucho ardor y dolor abajo del ombligo, nunca me hicieron caso; me dieron antidepresivos para que me inyectara y me tomara”, añadió Karla.

Fue el 28 de marzo que la herida terminó de explotar y que de ella salieron seis litros de pus. “No es justo, no es justo que nos atiendan así”, decía Karla. “Llego a urgencias (…) me dicen que me quite la ropa, me ponen en la camilla, entrar aproximadamente 12 personas, entre ellos la doctora. Yo desnuda en la camilla y me pregunta el médico que estaba al frente que qué había pasado y le dije que lo mismo quisiera saber”.

“Entró un doctor tocando parte de mi vientre comentándome ‘ay, señora, es que igual está usted muy gorda, lo que drena es grasa’. Como mujer, ya era demasiado denigrante que estuviera desnuda viéndome tanta gente y que tocara mi cuerpo sólo para ofenderte, me molestó mucho y le dije ‘que yo sepa no vine a una lipo como para que esté drenando grasa’.

Descubrieron algo que hasta la fecha no saben que es

Así como lo lees. Karla indica que después de llevarla a hacerle un ultrasonido, descubrieron algo en la cavidad y no en las paredes como lo habían diagnosticado los médicos y que sus órganos estaban muy dilatados y de tanta pus, su vejiga no se podía observar.

Luego de ser presionada para firmar una operación, un médico le dijo que mejor no se la haría. “Yo ya no la opera, pásenla a la camilla”, gritaba el médico, mientras que posteriormente accedió a hacérsela a las once de la mañana. Recobró el conocimiento hasta las seis de la tarde y hasta la fecha, no sabe qué objeto le extrajeron. Karla continúa al momento con dolores y molestias que no la dejan vivir en paz.

Tocó puertas en la Comisión de Derechos Humanos del estado de Hidalgo y se abrieron investigaciones que siguen en curso. “Actualmente mis órganos siguen inflamados, eso hace que me sienta agotada y adolorida, aparte de que todo es muy reciente, la presión arterial me quedó alta como desde la primer curación que me realizaron (…) Quiero ser escuchada, luchar y pedir justicia para que ninguna mujer vuelva a ser denigrada, maltratada y mucho menos que por un mal proceso nos pongan en riesgo”, concluyó Karla.

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