Una joven tenía que imprimir unos documentos con urgencia, ya que ese día cerraba el plazo para enviarlos y así completar el trámite para solicitar una beca. Como no tenía impresora, la mujer empezó a buscar un cibercafé cerca de donde estudiaba. Desafortunadamente, en todos los lugares que encontró le dijeron que no había impresiones. Ante la desesperación, debido a que tenía el tiempo encima, la joven pensó que la beca se le escapaba de las manos.
Milagro a la vista
De pronto, al voltear en una de las últimas calles que revisó, la joven vio un lugar que tenía dos computadoras. Los aparatos se podían ver desde la ventana. Sin dudarlo, la estudiante se metió al establecimiento y se preparó para descargar sus documentos. En ese momento, una señor la saludó y le ofreció un vaso de refresco. Ella le agradeció el gesto pensando que era una cortesía del cibercafé.
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Cuando la joven se dio cuenta de que la computadora del cibercafé no tenía mouse, la joven le pidió al señor que la recibió si podía ayudarla. Minutos después, la computadora ya tenía un ratón conectado y listo para funcionar. Por si esto no fuera suficiente, cuando estaba a punto de imprimir, unos niños con uniforme de escuela también entraron al lugar. Uno de ellos volvió a ofrecerle refresco y la joven quedó sorprendida por la amabilidad con la que atendían en ese cibercafé. ¡Nunca antes visto!
Después de esa escena, el niño regresó para preguntarle a la joven si no quería pozole y la invitó a comer con ellos. ¿Pozole? ¿Invitación a comer? La joven no entendía nada de lo que estaba pasando, pero, seguía concentrada en imprimir los documentos. Cuando terminó y fue a pagarle al señor, el anfitrión del lugar le dijo que no le debía nada. La mujer no podía creerlo y volvió a preguntarle cuánto era. Justo en ese momento, la verdad fue revelada. El señor le dijo que, en realidad, ella había entrado a una casa y no a un cibercafé, pero, como la vieron tan desesperada y enfocada, no quisieron distraerla. La joven confiesa que se le caía la cara de vergüenza y que terminó dejándole a la familia 20 pesos por las impresiones. Meses después, la mujer recibió su beca y traía una impresora incluida ¡Increíble!
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Foto de portada: Captura especial