Supongamos que tu cérvix es una manzana y que con un pelador de papas corten parte de él. Bueno, pues más o menos así funcionan las terapias convencionales para tratar el Virus del Papiloma Humano (VPH) focalizado en el cuello uterino que se aplican en México.
Teniendo en mente que esas terapias carecían de innovación tecnológica, y que actualmente 79 millones de personas están infectadas con algún tipo de este virus en todo el mundo, la doctora Eva Ramón Gallegos, del Instituto Politécnico Nacional (IPN), experimentó e implementó un método mínimamente invasivo, llamado terapia fotodinámica, con el que logró erradicar el VPH de 29 mujeres originarias de la Ciudad de México.
Los tipos 16 y 18 del VPH son responsables del 70 por ciento de todos los casos de cáncer cervicouterino (CoCu); la segunda causa de muerte femenina en México, donde al año se registran entre 4 mil y 6 mil casos y al día fallecen entre 11 y 13 pacientes.
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(Foto: Talent Land)
La terapia fotodinámica, explica la investigadora del IPN durante su conferencia en Jalisco Talent Land 2019, es una tecnología médica que usa láseres para activar fármacos fotosensibles para tratar el cáncer y otras enfermedades por un medio no quirúrgico y de mínima invasión, “que son tan invadimos que es como si le quitaras el corazón a una manzana” con un artefacto afilado.
Esta terapia consiste en un fármaco conocido como ácido delta aminolevulínico en el cuello del útero, el cual, después de cuatro horas se convierte en protoporfirina IX, sustancia química fluorescente que se adhiere a las células dañada. Esto permite, dependiendo del color y el tipo de luz con la que se excite a las células, desde hacer un diagnóstico hasta eliminar con rayos láseres las estructuras impregnadas con esa sustancia, que son las células dañadas.
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Las mujeres de la Ciudad de México que fueron tratadas presentaban lesiones premalignas en el cérvix además de estar infectadas con el VPH. Esta terapia, recuerda Ramón, logró eliminar las células dañadas y no incidió sobre las estructuras sanas. Siempre y cuando se tratara de lesiones premalignas, ya que en el caso de lesiones de mayor grado, la eliminación fue parcial.
(Foto: Notimérica)
Pero lograr curar a 29 mujeres no fue tarea fácil; desde el 2012, Eva empezó a tocar puertas hasta que el IPN le abrió las puertas en el 2018, cuando logró eliminar el VPH de las pacientes de la Ciudad de México. De un universo de 990 mujeres fueron seleccionadas 480 con diferentes tipos de infecciones en las tres entidades, pero en la capital solo permanecieron en tratamiento las 29 que fueron curadas.
Y el camino no pinta fácil tomando en cuenta los recortes significativos que se anunciaron a principios de este sexenio y la falta de experiencia que tienen muchas personas que ahora ocupan cargos importantes en la ciencia y la tecnología, dice la investigadora en entrevista para CC News.
Dicen que siempre que se quita la maleza se llevan el pasto bueno. Ahorita están haciendo una limpieza y le están pegando a varias áreas de la ciencia y la tecnología. Estamos muy preocupados porque la gente que está entrando, por ejemplo al Conacyt, parece que no tienen mucha experiencia, y empezaron a quitar uno de los fondos más importantes, que es el de investigación básica, que es la única forma que tenemos para avanzar.
Eso implica un gran reto porque todavía falta que el programa piloto pase a la segunda fase, algo imprescindible pues “solo así un proyecto o innovación es aceptado por la comunidad médica”. Pero para ello todavía faltan alrededor de tres años o más: “ya llevamos nueve años en esto, nos ha tomado mucho, desde conseguir los recursos hasta obtener los resultados”.
(Video: CINU vía YouTube)
Lo que sigue es activar una cuenta de donativos para que así, las mujeres que quieran participar en el proyecto paguen una cuota, así crece la muestra y podemos seguir haciendo las investigaciones.
La investigadora considera que si este avance médico tuvo tanta atención y se hizo viral en tan poco tiempo fue gracias a la emancipación femenina, a estos tiempos en los que las mujeres están más “liberadas”, “ya pueden decir ‘estoy infectada’ sin sentir pena”. Entonces, cada vez más mujeres van a buscar tratamientos sin sentirse avergonzadas y así se tendrán más oportunidades para probar este y otros métodos innovadores.
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