«La paz no es solamente la ausencia de la guerra;
mientras haya pobreza, racismo, discriminación y exclusión,
difícilmente podremos alcanzar un mundo de paz».
Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz
Exclusión, discriminación, pobreza; tres conceptos utilizados recurrentemente por la líder indígena guatemalteca, Rigoberta Menchú para referirse a los pueblos originarios. Y esas tres palabras son, precisamente, las que usan para hacer referencia a la educación a la que tienen derecho los jóvenes indígenas.
Recientemente se publicó estudio realizado por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), en el que se reveló que 50 mil jóvenes indígenas no van a la universidad por no comprender el español. La mayoría de ellos, de entre 16 y 24 años, no logran siquiera terminar la secundaria por el obstáculo que les representa el sólo hablar sus lenguas nativas.
Pero, ¿este puede ser catalogado como un caso de discriminación al no adaptarse las escuelas a las necesidades de los estudiantes indígenas? ¿Por qué no hay instituciones o profesores especializados que impartan clases en sus lenguas y así facilitarles la educación? ¿Son ellos los que al final podrían aprender español para adaptarse al sistema educativo y así tener acceso a la educación superior?
Al no tener profesores que enseñen el español, los niños dejan de ir a las escuelas a temprana edad. (Foto: Las Américas)
Una de las cosas más preocupantes reveladas por el estudio es que el porcentaje de analfabetismo se incrementa a medida que aumenta la edad. El 27.3 por ciento de la población hablante de lengua indígena de 15 años o más no sabía leer ni escribir. Desde el año 2012, ninguno de los 23 mil jóvenes que sólo hablaban su lengua natal lograron recibir educación superior, incluso ninguno terminó la secundaria.
Los datos cada vez son más reveladores mientras se avanza en el estudio de Conapred realizado para el Día Internacional de los Pueblos Indígenas 2012. El 86.4 por ciento de la población de lengua indígena de 12 años o más no asiste a la escuela. Al concluir la primaria, muchos de ellos truncan la escuela por no saber español.
Aunque muchos quieran seguir sus estudios no pueden hacerlo por no hablar español. (Foto: El Tiempo)
Un caso que llama la atención es el del Instituto de Educación de Aguascalientes (IEA), que a inicios de este año denunció la falta de niños indígenas en sus aulas, aseverando que a veces los padres no llevan a los niños porque piensan que no hay planes de estudios enfocados a sus necesidades.
«Hay una invitación abierta a las familias indígenas a que lleven a sus hijos a la escuela. Tenemos mecanismos que nos ha dado la Secretaría de Educación Pública para atender a esos niños», aseguró a El Sol del Centro, el director del IEA, Raúl Silva Perezchica.
Pero eso no basta. Hay que tener escuelas con maestros bilingües que garanticen no sólo el derecho a la educación de los niños y jóvenes indígenas, sino también la preservación de sus lenguas, algo que según la UNICEF y el Instituto Nacional de Evaluación de la Educación (INEE), el gobierno mexicano no está cumpliendo.
Se necesitan mayores escuelas que impartan el español y, además, preserven sus lenguas. (Foto: Apromeci)
En 72 mil 773 escuelas con alumnos hablantes de lenguas indígenas, no hay al menos un profesor que también lo haga, y que al menos en el 59.7 por ciento de los casos, la lengua de los maestros coincide con la de los alumnos. Aunque sea un derecho que está establecido en la Constitución, muchos niños y jóvenes indígenas no tienen acceso a la educación desde el momento en que no hay ni maestros ni planteles en los que se les pueda enseñar a través de su lengua.
Si lo que se necesita es enseñarles español para que puedan tener acceso a la educación, sin tampoco tener la necesidad de perder su lengua, faltan entonces mayores planes de integración en la que los indígenas no sean invisibles para el rubro educativo en el país, así como profesores comprometidos en insertar a la sociedad a estos jóvenes, que, como cualquier otro en México, tienen derecho a la educación.
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