Nadie lo niega. Nuestro presidente electo es todo un rockstar. Se tardó 12 años y 3 elecciones pero queda claro que ganó la última de principio a fin, sin oponentes reales y por un margen tan amplio que ni los votos sumados de todos sus adversarios habrían alcanzado para arrebatarle el triunfo.
Pero a ver, cabecita de algodón; corazoneador de reporteras; peje pero no lagarto; nene, nene ¿qué vas a ser cuando seas grande? ¿Estrella del rock & roll? ¿Presidente de la nación?
El inicio de la gira del agradecimiento el día de la independencia, marcó también la disyuntiva. Un candidato rabiosamente opositor a la “mafia del poder” neoliberal, puede decir con la mano en la cintura que por culpa de ese régimen el país está en bancarrota y se entiende. Es un rockstar siendo un rockstar. Es un político planteando un cambio radical. ¿Pero se puede ser estrella del rock and roll y presidente electo de la nación al mismo tiempo?
Este no es un cuento tan simple como “no, dice, que agarra y que me dice, estamos en bancarrota, dice”. Para clarificarlo y después dimensionarlo, comencemos por acudir a la definición de diccionario.
Bancarrota: situación en que una persona, empresa o institución no puede hacer frente a los pagos que debe realizar porque estos son superiores a los recursos económicos que tiene disponibles. En cristiano, es cuando debes más de lo que tienes para pagar. Esa no es definitivamente la situación del país que, traqueteado, zarandeado y medio descuadrado, funciona y hace los pagos programados de sus deudas.
No es una aclaración menor. Venezuela está en bancarrota y su situación es de hambre y desesperanza. Argentina también está en esa situación y pasando de las peores en su historia. Ciertamente aquí no estamos en un lecho de rosas pero nuestras circunstancias son absolutamente distintas y van mucho más allá de egos y comparaciones.
AMLO es toda una estrella, más que presidente, en México. (Foto: Milenio)
Si alguien en los mercados internacionales hubiera hecho eco de la perorata de nuestro futuro gran tlatoani, ¿cómo crees que le habría ido al tipo de cambio o a la bolsa de valores nada más para empezar? ¿Y si se le ocurre seguir expresándose así cuando ya sea presidente constitucional?
No es lo mismo ser oposición que gobierno electo. Sus estrategas de comunicación deben estar atentos a lo que se comunica, cómo se comunica y el efecto que puede causar.
Por lo pronto, la Secretaría de Hacienda, el Consejo Coordinador Empresarial, la Asociación Mexicana de Entidades Financieras Especializadas y varios organismos más tuvieron que salir a corregirle la plana. ¿Pero qué necesidad?
El sinsentido se acentúa porque apenas el 5 de septiembre, el encabezado era: “Recibo un país estable y sin crisis económica, afirma López Obrador”. Nada más 11 días más tarde, cambió a: “México está en bancarrota: AMLO”. O sea ¿cómo?
La verdad es que el peine apareció rapidito. Colmilludo, avispado y cobijado por su clientela política, soltó la sopa: “Posiblemente por las circunstancias, porque el país está atravesando una situación económica y social muy difícil, posiblemente por la situación de bancarrota en que se encuentra el país, no podamos cumplir todo lo que se está demandando pero si vamos a cumplir, que quede claro, todo, todo lo que ofrecimos en campaña”.
Curarse en salud, establecer las causas del accidente antes de que siquiera suceda, explicación no pedida. Y más aún, designar a un culpable para eso que todavía no pasa, pero por si acaso: “También hicimos el compromiso y lo vamos a cumplir de que vamos a respetar la autonomía del Banco de México para que haya equilibrios macroeconómicos, que no haya inflación y que si se dan esos fenómenos no es por culpa del presidente de la República sino por circunstancias externas o por mal manejo de la política financiera que haga el Banco de México, no el gobierno de la República”.
Y es que el Banco de México, haciendo su chamba, ya se lo había anticipado en los últimos días de agosto: en 2019 habrá una desaceleración de la economía por lo que el crecimiento será de entre 1.8 y 2.8 por ciento y no de entre 2.2 y 3.2 como era la previsión anterior. Además la inflación seguirá alta, por ahí del 4.2 por ciento.
¿Qué tanto se hará responsable López Obrador y su gobierno de la conducción del país? Este no es el único tema en que se lava las manos. En la consulta sobre el futuro del nuevo aeropuerto programada para el 28 de octubre pero que todavía
no está claro cómo se realizará, si resulta que los ciudadanos toman la decisión equivocada ¿serán ellos los culpables de tener una mala terminal aérea?
Déjate de la cantadísima cuarta transformación. No elegimos a una estrella del rock & roll sino a un presidente de la nación.
Y por cierto, si no aceptó los 150 millones de pesos que había de partida presupuestal para la transición, ¿de dónde está saliendo el dinero para la gira y todos sus gastos? Eso no está contemplado como parte de las prerrogativas de su partido. ¿Entonces?
*Las columnas de opinión de CC News reflejan sólo el punto de vista del autor.