Papá y yo estábamos sentados al frente del televisor. No recuerdo si en aquel entonces las finales se jugaban a mediodía, lo que sí recuerdo, es el sol incesante sobre el rostro de Carlos Hermosillo, quien parecía ni agüitarse por el hilo de sangre que recorría su pómulo luego de esa triste y artera patada que recibió del portero ángel David Comizzo. Ni mi papá ni yo le vamos a Cruz Azul, pero nadie puede abstenerse de ver una final cuando al futbol ama. León y Cruz Azul protagonizaron en el Invierno del 97 un enfrentamiento del que no sólo se recuerda aquella agresión o aquel penalti. Se tiene presente por ser la última vez que los cementeros levantaron una copa.
Desde aquel entonces, han pasado innumerables cosas a lo largo de la historia de Cruz Azul, en las que se cuentan tristes fracasos que sin duda han forjado al plantel que hoy está a un paso de lograr lo que se quiere desde hace más de 23 años: ser campeones. ¿Te acuerdas del plantel? Por ahí andaban, además de Hermosillo, los gemelos Rodríguez, Lupillo Castañeda, el maestro Benjamín Galindo, Héctor Adomaitis, Jorge Campos, Juan Francisco Palencia y el actual técnico de la plantilla cementera, Juan Reynoso.
A ver, a ver, cuéntame cómo fue esa historia
Uy, el gol de oro de Carlos Hermosillo que pasó a la historia. La final de vuelta se jugaría en el estadio Nou Camp de León, el 7 de diciembre de 1997, justo a mediodía. En la ida, con un tanto de penal, Benjamín Galindo puso en ventaja a la Máquina para visitar a los Panzas Verdes con un gol a cero a favor.
Allá, luego de un primer tiempo empatado a cero, llegaba la segunda mitad y al minuto 53, Missael Espinoza metió el tanto que igualaría los cartones en el marcador global. Dijeran los que saben: “nada para nadie”. ámonos entonces a los tiempos extra y la patada de Comizzo que se convertiría en medio gol para los azules.
En aquel Invierno 97, el llamado “gol de oro” era acostumbrado en este tipo de competencias. Es como lo que en el barrio conocemos como “gol gana”. Dos tiempos de quince minutos y si uno de los dos anotaba, ese era el vencedor. Dijera Orvañanos: “si la mete es gol, eh”.
Y que la mete…
Esta referencia la han hecho cada que los cementeros cumplen un año sin lograr alzar la copa. Cruz Azul consiguiendo su título con base en esos “huevos” a los que alude Hermosillo cada que quedan subcampeones y que la gente se burla de ellos con memes. Palencia da un pase a Carlos Hermosillo, quien entró de cambio por Omar Rodríguez. Era la carta fuerte de Tena.
Al sentir que su portería estaba en peligro y sin justificación alguna, sobre todo sin aludir en nada al Fair Play, Comizzo tira una patada en el rostro a Hermosillo. El arquero del León se fue con los tachos por delante y abrió el pómulo al “Gigante de Cerro Azul”, quien ni con el rostro ensangrentado se detuvo para tomar la pelota y ser él mismo el que cobrara el penalti marcado instantes antes por el árbitro Arturo Brizio.
“No, no, no”, dice Comizzo al árbitro, quien no dudó en marcar la pena máxima, no así la expulsión al portero del León que se la había ganado a pulso, pero bueno, quiénes somos nosotros para juzgar. Hermosillo tomó la pelota, se persignó con ella y la colocó en el manchón de penal para, segundos después, vencer a ángel David y darle un título dramático como todo lo que tiene que ver con Cruz Azul. Así llegó la octava.
¿Cuál fue la alineación de aquel juego?
Ahí te va el plantel completo de aquel Cruz Azul campeón en el que incluso estaban jugadores míticos como Jorge Campos:
Todos ellos, dirigidos por “El Flaco”, Luis Fernando Tena.
Esto ya es historia. Cruz Azul, en la antesala del título, tiene todo para ser campeón, para que ahora sí este año “sea el bueno”, para que el término “cruzazulear” deje de asociarse con “regarla” en lo último, para que la afición deje de usar esas bolsas de papel de estraza luego de perder finales de manera increíble. Ya se fueron los que -a título personal de quien escribe este artículo- hacían el peor daño al plantel: Billy álvarez y compañía. Cruz Azul no tiene nada que perder esta noche. La presión es menor al no enfrentar tampoco a un rival asociado con una doble humillación en caso de perder una final, como contra América, por ejemplo.
Sin demeritar lo hecho por Santos, esta podría ser la noche en la que Cruz Azul acabe con esos 23 años de sequía. Hoy más que nunca, se huele más cerca el título de los cementeros. Por su afición. Por aquellos jóvenes que no lo han visto campeón. Por quienes no se bajan del barco y por quienes luchan para mantenerlo a flote. “Y es que este amor es azul, como el mar azul”, canta Cristian a lo lejos en la casa de un vecino que está orgulloso portando la playera de un equipo al que no se le ha dejado nunca de apoyar. “¡Azul, tatatá, azul, tatatá, azul, tatatá!”, grita. Que sea por ellos, Cruz Azul. Que sea por tu afición.
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*Foto de portada: Efe.
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