respiramos, pero para explicar este concepto es necesario señalar que lo que inhalamos los humanos es una mezcla de gases conocida como aire donde predomina el nitrógeno con un 78.08 por ciento y el oxígeno 20.95 por ciento.
Pero ¿qué pasa con el otro 0.07 por ciento de aire que respiramos? Corresponde a una porción repartida entre varios gases, como el neón, el helio y el hidrógeno, por mencionar algunos. En esa mezcla también están presentes los llamados contaminantes, que son sustancias que no deberían estar allí o deberían estarlo en cantidades mucho menores y que en los últimos 5 días han estado presentes en altas cantidades en el aire chilango, provocando la contingencia ambiental y afectaciones a la salud.
Los gases contaminates presentes en el aire de la CDMX hacen posible la nata gris que actualmente padece la capital. Foto: Redes.
En entrevista para el portal Tangible, la doctora Telma Castro Romero —Directora del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México— señala que “la contaminación atmosférica genera diversos problemas a nivel regional y global, pero las preocupaciones más grandes e inmediatas son los efectos que tiene en la salud de los habitantes”.
Los riesgos
La especialista detalla que en el caso de la Ciudad de México, las amenazas van más allá que despertar con una nata grisácea por encima de nuestras cabezas. Los riesgos los ejemplifica con otras consecuencias que han sufrido otras ciudades por los graves niveles de contaminación atmosférica, por ejemplo: la defunción de 168 personas en Nueva York, en 1966, o el fenómeno de la “Gran Niebla”, que entre el 5 y 9 de diciembre de 1952 causó en Londres la muerte de 12 mil personas y 100 mil reportes de padecimientos respiratorios y cardiovasculares.
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La contingencia ambiental por partículas de ozono es una palabra que, de manera reciente, acompaña la realidad de los capitalinos, pero ¿cómo afecta el ozono? Primero los principales responsables de las afecciones a la salud humana son el ozono y las partículas suspendidas menores a los diez micrómetros y según Telma Castro, en ambos casos, en la Ciudad de México se encuentran en concentraciones que superan los límites para proteger la salud.
Datos aterradores
El contexto global no es más alentador; de acuerdo con datos emitidos en 2016 por la Organización Mundial de la Salud, tan solo en 2012 murieron 8.2 millones de personas por exponerse a la contaminación atmosférica.
Respecto a la contaminación atmosférica en la CDMX, los Programas de Gestión para Mejorar la Calidad del Aire (PROAIRE) señalan que las partículas son emitidas por fuentes diversas, entre las que destacan: la industria y el transporte, el suelo erosionado, la generación de energía eléctrica y las vialidades sin pavimentar. Mientras tanto, el ozono es un contaminante secundario que depende de la presencia de compuestos orgánicos volátiles, los cuales suelen reaccionar con contaminantes que en la Ciudad de México provienen de: los vehículos de combustión 46 por ciento, las actividades industriales 21 por ciento, los hogares 20 por ciento y otras 13 por ciento.
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La especialista recomienda apostar por mejor y más limpia tecnología vehicular y producción de energía sustentable,adoptar un enfoque social en el cual se contemplen otros factores, como el ordenamiento urbano, educación ambiental, así como el comportamiento de los individuos dentro de las ciudades. De no seguir consejos como los mencionados los capitalinos están condenados a vivir entre la nata de contaminación que hoy los acecha.
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Foto portada: Redes.
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