Víctor Hugo Lobo, vicecoordinador del PRD en el Congreso de la Ciudad de México, dio a conocer que presentará una iniciativa para reformar el Código Nacional de Procedimientos Penales, a fin de que el “asalto psicológico” pueda ser tipificado como delito y sea sancionado con cárcel.
El también ex delegado de la delegación Gustavo A. Madero, señaló que con la liberación de los más de 35 mil presos, a partir de la entrada en vigor del nuevo sistema de justicia penal, este tipo de asalto se incrementó de forma alarmante.
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Es común escuchar a los asaltantes psicológicos decir que vienen saliendo de un reclusorio y que prefieren pedirles unas monedas, en lugar de portar un arma y hurtarles sus carteras, celulares, relojes y demás prendas. Lo que ponen en práctica con este tipo de acciones, es lo aprendido en las cárceles convertidas en verdaderas universidades del crimen.
Ante esta situación, el vicecoordinador del PRD, añadió que los asaltante se las han ingeniado para evadir a la justicia, puesto que si se logra detenerlos no se lleva a cabo un proceso penal en su contra, ya que no existe un delito que perseguir tanto a nivel local como federal, ocasionado una mayor sensación de inseguridad en la calle y en el transporte público
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¿Qué es un asalto psicológico?
“¡Buenas tardes, bandita! Miren que acabo de salir del reclusorio (…)” Es una de las frases más comunes con las que se intenta intimidar a los usuarios del transporte público, y con el argumento de que no “quieren regresar a delinquir”, se les piden una “cooperación voluntaria”.
En muchas ocasiones, en este tipo de asalto psicológico, los delincuentes también se presentan como ‘vendedores’ de dulces, pero con el mismo tono amenazante obligan a los pasajeros a consumir sus productos a cambio de no hacerles daño.
Sin duda, el miedo por la inseguridad -la cual ha ido en aumento en los últimos años-, hace presa a los usuarios, y con tal de no ser asaltados de forma violenta, prefieren entregar un par de monedas o alimentos a estos sujetos.
El verdadero problema se encuentra en que las personas son despojadas de sus pertenencias ‘por la buena’, por lo que no hay delito que perseguir. Sin embargo, el sentimiento mental es similar al de sentirse amedrentado por un delincuente que sí usa la violencia física.
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