La preocupación es sin pelos en la lengua, pero con los pelos de la burra en la mano: “Las recientes acciones del Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador hacia reporteros, reporteras y medios de comunicación están en contra de su deber -como futuro jefe de Estado- de ser tolerante a la crítica”. Así lo expresa Artículo 19.
No es un asunto menor. Se trata de una organización civil internacional enfocada específicamente en la promoción y defensa de los derechos en que se basa el ejercicio del periodismo libre. Su nombre hace referencia justo al Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, que dice: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.
AMLO ha tenido una larga historia con los medios de comunicación mexicanos. (Foto: El Universal)
Artículo 19 lleva un seguimiento puntual de los 119 casos de periodistas asesinados en México de 2000 hasta ahora y ha tomado parte en temas tan delicados como la resolución de la Suprema Corte en 2017 que ordenó al Congreso que regule el tema de la publicidad oficial.
¿Por qué ahora el señalamiento para López Obrador? Porque la lista de ocasiones en que su comportamiento es evasivo y/o autoritario con los periodistas es cada vez más larga y no se le ve la más mínima intención de cambiar su actitud.
El 6 de septiembre esquivó los cuestionamientos de un grupo de reporteras que le preguntaron sobre una supuesta alianza de Morena con el Partido Verde en Chiapas. “No, no, no, no voy a hablar de eso (…) corazones, corazoncitos, corazones”.
Nada más doce días después, el 18 de septiembre, la prensa lo cuestionó acerca de su afirmación de que el país estaba “en bancarrota” y respondió: “Sólo decirles para que no haya manipulación, no de ustedes, de los camajanes del conservadurismo, de la prensa fifí, que quede claro, que se oiga bien y se oiga fuerte: voy a cumplir todos los compromisos que hicimos en campaña; no le voy a fallar al pueblo de México”.
Para la siguiente diatriba, pasaron sólo seis días más. El 24 de septiembre en Tijuana, Baja California, otra periodista le preguntó sobre qué tan estratégicas son para él las elecciones a la gubernatura que habrá el próximo año. De acuerdo con videos que circulan en internet, la reacción de AMLO fue darle un beso en la mejilla, deshaciéndose así del cuestionamiento.
¿Suficiente? Pues no. El 15 de octubre respondió a comentarios hechos en el noticiario Sin Anestesia del grupo Radio Centro que sugerían la renuncia de César Yáñez, coordinador general de política y gobierno del gabinete de la cuarta transformación y la austeridad republicana, tras el fiasco político que ocasionó su muy publicitada y satirizada boda fifí.
Tras el cuestionamiento, López Obrador reaccionó: “¿Le creen ustedes a Loret? Hay periodistas que, con todo respeto, mienten como respiran”. Rudeza que terminó siendo más que innecesaria porque el comentario no había sido de Loret de Mola.
Quien lo dijo en realidad fue Christian Ahumada en su personificación de El Duende Preguntón.
Ese mismo día un grupo de reporteros preguntó al presidente electo acerca la imparcialidad de la consulta para el nuevo aeropuerto y él contestó: “Cuando yo digo una cosa fuerte, es porque ustedes me preguntan, somos corresponsables. Vamos a autolimitarnos todos. Amor y paz, porque yo ya no quiero seguir hablando de la mafia del poder, de la prensa fifí”. Como si preguntar y cuestionar sobre los temas relevantes no fuera justo el papel de la prensa y responder el de los políticos.
De cualquier manera el propósito le duró únicamente una semana. Apenas el domingo 21 de octubre volvió a la carga y a utilizar la etiqueta hasta comparando a los medios que no le son cómodos con otros en la historia de México.
“Cuando detienen al hermano de Francisco I. Madero y asesinan cobardemente a Gustavo Madero, los fifís hacen caravanas en sus carros y festejan. Y luego esa prensa siempre apostó a apoyar la militarización, el golpe de Estado, y tiene mucho que ver con el conservadurismo, o sea, venían del régimen porfirista, eran serviles, era una prensa sometida y cuando triunfa el momento revolucionario, triunfa Madero, él garantiza libertades plenas y se portaron muy mal no sólo con Madero, con el país, le hicieron mucho daño a México, fueron los que atizaron el fuego para que se volviese cruenta la Revolución Mexicana y se perdieran muchas vidas humanas”.
Y el señalamiento: “Entonces lo de fifí viene de eso, para darle una ubicación histórica, entonces eso si se los voy a seguir diciendo, porque son herederos de ese pensamiento y de ese proceder”.
Sí, la preocupación de Artículo 19 tiene una razón de ser amplia y fundamentada. ¿Así de sectario, polarizador y autoritario se comportará el presidente López Obrador a partir del primero de diciembre?
Excesos ocasionan excesos. Sucedió con el editor de El Universal, Jorge Ramos Pérez, quien dejó pasar el 12 de octubre en la columna Bajo Reserva el título “Hijo de AMLO, recargado… y motorizado” acompañado de una fotografía en que el niño Jesús Ernesto López Gutiérrez aparece de regreso en la escuela montado en un triciclo eléctrico que le permite movilizarse luego de que estuvo varias semanas en reposo por un accidente de juego en que se fracturó tibia y peroné de la pierna izquierda. La protesta de su madre fue más que obvia “#ConLosNiñosNo”.
Jorge Ramos terminó saliendo de El Universal. El futuro gran tlatoani dijo que la medida era un exceso y pidió que lo reinstalaran. David Aponte, el director editorial del periódico, dice que Ramos decidió por sí mismo presentar su renuncia tras reconocer que faltó al código de ética del periódico luego de 20 años de trabajar ahí. ¿Pero qué necesidad?
*Las columnas de opinión de CC News reflejan sólo el punto de vista del autor.