El pasado 6 de junio, el Papa Francisco aceptó la renuncia de Norberto Rivera y nombró como su sucesor al arzobispo de Tlalnepantla, Carlos Aguilar Reter, quien será el nuevo cardenal al frente de la Arquidiócesis de México.
Mientras tanto, Rivera cumplió su palabra y renunció a su cargo a los 75 años de edad tras 22 años como líder religioso; a través de una carta en su último momento como administrador apostólico pidió perdón a quienes haya ofendido.
«Lamento si, por mi posición firme, alguien se sintió ofendido y lastimado, y una vez más pido humildemente perdón a quien, aun sin querer, haya ofendido».
Rivera pidió perdón a quienes, sin querer, haya ofendido. (Foto: Lopez Dóriga)
A partir del próximo 5 de febrero del 2018, Rivera dejará la sotana para entregar el relevo a Carlos Aguilar Retes, el nuevo cardenal, uno de los más altos cargos eclesiásticos en el país. Retes tendrá un gran reto al interior de la Arquidiócesis: tener mano firme ante las presuntas acusaciones a sacerdotes por pederastia, parte de la herencia que le dejará su antecesor.
De acuerdo con una investigación de la periodista Carolina Gómez Mena, del diario La Jornada, Rivera era más que un religioso, es un hombre de poder. Durante su administración surgieron varios escándalos, el primero de ellos fue el caso del sacerdote Nicolás Aguilar, quien abusó sexualmente de más de 90 menores de edad en México y los Estados Unidos.
Aguilar fue denunciado formalmente ante la Corte Superior de California en Los ángeles, Estados Unidos. Los padres de las víctimas aseguraron que sus hijos fueron abusados sexualmente entre 1988 hasta 1995 y finalmente las autoridades determinaron que no existió encubrimiento por parte de Rivera.
Su sucesor tendrá una gran tarea contra los casos por pederastia en el país. (Foto: CEM)
Para 1997, la prensa lo cuestionó tras destaparse el caso de los ex legionarios de Cristo, un grupo religioso liderado por Marcial Maciel, otro sacerdote denunciado por abuso sexual de menores y fraudes fiscales.
Finalmente, para junio del presente año, los exreligiosos Alberto Athie y José Barba denunciaron ante la Procuraduría General de la República (PGR) a Rivera por supuesto encubrimiento de 15 sacerdotes pederastas.
El pasado 26 de julio, el líder religioso se presentó ante las autoridades para declarar que «no encubrió» a los curas. El Cardenal aclaró que en 2010, tras la aprobación de la llamada Ley de Asociaciones Religiosas, que obliga a los ministros de culto y a sus representantes a informar puntualmente a las autoridades sobre delitos cometidos, tuvo conocimiento de seis hechos presuntamente delictuosos al interior de la Iglesia mexicana.
(Foto: Facebook)
Frente al Ministerio Público, Rivera presentó copias de esos seis casos, que exhiben su aviso oportuno ante las autoridades para que se procediera conforme a derecho contra los religiosos, pero ninguno de estos hechos fue por pederastia.
Según el Código Penal Federal, en su capítulo I, artículo 400, el delito de encubrimiento aplica prisión de tres meses a tres años y de quince a sesenta días de multa. Es común que en estos actos legales, el imputado pueda pagar fianza sin necesidad de tocar la cárcel.
Aunque su despedida se encuentre en la puerta, el proceso judicial contra Rivera como ciudadano, donde ni Dios podrá defenderlo ante la justicia.
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