NUEVA YORK, ESTADOS UNIDOS.- El trágico deceso de Jordan Neely fue reportado por el Departamento de Policía de Nueva York el pasado jueves. Según los informes, el hombre de 30 años, que era conocido del cuerpo de policía por sus reiterados ingresos al metro sin boleto, fue estrangulado por otro pasajero en la isla de Manhattan. La tragedia fue confirmada por el médico forense encargado del caso, quien determinó que el motivo del fallecimiento había sido un estrangulamiento.
El ex marine sometió a Jordan Neely, quien exigía agua y comida
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Los hechos ocurrieron en un vagón de la línea F, cuando Neely, conocido en las calles de la ciudad por ser un imitador de Michael Jackson, comenzó a gritar y lanzar basura a los pasajeros del tren, y, de acuerdo a la versión de los amigos del fallecido artista urbano, exigiendo agua y comida. Así lo muestra un video de los hechos divulgado en redes sociales el 1 de mayo.
Video originally posted to https://t.co/vDzD1x1UI4 on May 1 showing Jordan Neely being held in a chokehold for close to four minutes.
Not 15 minutes.
The video does not show how the incident began.
Once he stopped struggling, he was released.
If you witness a scene like this,… pic.twitter.com/Zpva0XLNZb
— Crime in NYC (@CrimeInNYC) May 4, 2023
Fue entonces cuando un ex marine que se encontraba en el vagón decidió intervenir para tratar de reprimir la actitud del imitador. Un hombre le ayudó a inmovilizar a Neely, quien se resistió por algunos minutos hasta quedar inconsciente, antes de ser trasladado aún con vida a un hospital, donde falleció. Las implicaciones de este suceso se han multiplicado ya que la víctima era un hombre afroamericano y el perpetrador un hombre blanco miembro de las fuerzas armadas.
Este suceso ha generado un gran revuelo e indignación en la ciudad de Nueva York, que pese a ser catalogada por sus dirigentes políticos como un santuario alejado de los conflictos raciales y de persecución presentes en otros estados de la unión americana, no ha sido ajeno a controversias de esta índole. Mientras que un sector de la población celebró las acciones del ex marine colocándolo como un héroe, otros critican su acción y cuestionan si era necesario utilizar una técnica tan peligrosa para inmovilizar a Neely.
Aunque el abuso de las fuerzas de seguridad del estado se ha hecho más evidente en países como Estados Unidos, lo cierto es que se trata de un problema global. De acuerdo a Amnistía Internacional, la brutalidad policial se manifiesta mediante palizas, insultos racistas, tortura, homicidio ilegítimo y el uso indiscriminado de agentes de represión cometidos por la policía. Según el Estudio sobre Armas Pequeñas, durante la primera mitad del presente siglo, 19 000 personas en el mundo murieron a manos de la policía.
Otra innecesaria tragedia en un país que cierra las puertas a la atención psicológica
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Al ya intrincado problema social, se le suma el de la crisis de salud mental que ha afectado significativamente el tejido social de Estados Unidos, misma que se encuentra interconectada a hechos de violencia. En un país donde es más fácil que un menor obtenga un arma que un adulto trabajador se haga de un seguro médico la combinación de ambos problemas sociales amenaza conseguir creando muchos más de este tipo de episodios donde la violencia parece ser la única vía.
Los mismos veteranos de guerra son un sector de la sociedad que frecuentemente es afectado por ambas problemáticas. Por un lado, los efectos del Síndrome de estrés postraumático han acompañado históricamente a todos aquellos quienes han participado en un conflicto bélico, y de manera más absurda en la actualidad, un país tan inmerso en la guerra como los Estados Unidos no cuenta con un mecanismo de atención a la salud mental para estas personas.
No obstante, la evidencia sobre este tipo de traumas psicológicos, o las protestas impulsadas por los crecientes actos de brutalidad policial o las recomendaciones de organismos internacionales en cuanto al acceso a armas y la ausencia de un seguro médico universal, el país de las barras y las estrellas continúa negándose —ideológicamente— a revertir las condiciones que propician muertas absurdas como la de Jordan Neely, un simple artista hambriento.